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sábado, 9 de junio de 2012

Más cantidad que intensidad del calor



Desde hace una década
Se incrementa en la ciudad de México la frecuencia, no la intensidad, de días calurosos

Se han contabilizado hasta 10 días continuos con temperaturas de 30 grados o más; antes sólo se presentaban dos o tres veces al año, señaló Elda Luyando López, del CCA de la UNAM

La temperatura no ha aumentado sensiblemente, la diferencia radica en que no se presenta con la misma frecuencia.

Los capitalinos cuentan con una percepción climática más aguda, porque estaban habituados a tener un clima muy benévolo en la Ciudad de México, señaló Elda Luyando López, del Centro de Ciencias de la Atmosfera (CCA) de la UNAM.
Hace algunos años, subrayó, los días calurosos, que rondan los 30 grados centígrados, se presentaban con menor periodicidad. “Esta temperatura máxima no ha aumentado sensiblemente en cuanto a rebasar un cierto umbral, no es que antes tuviéramos 30 y ahora 34, la diferencia radica en que no se presenta con la misma frecuencia”, indicó.
Antes, se tenían dos o tres veces al año, generalmente de forma discontinua, ahora incluso se han llegado a registrar 10 días seguidos; los capitalinos no están acostumbrados a esa situación, señaló. Además, “no es que decidamos resistirnos a la evidencia del cambio climático, pero efectivamente se vive”.
La investigadora del CCA atribuyó el incremento al efecto de la urbanización, aunque apuntó que el calor se presenta con mayor intensidad por las mañanas.
“La diferencia entre el campo y la metrópoli en esa parte del día es muy marcada, incluso durante la época invernal (temporada de sequía) se tienen diferencias que pueden alcanzar los ocho y nueve grados”, precisó.


Isla y Onda de calor
Para confirmar que transitamos por una Onda de calor, se requiere hacer un registro diario, con ayuda de la técnica del Percentil 95. “Si las temperaturas están excedidas durante tres o más días, se habla de ese término, que suele confundirse con el de Isla de calor, fenómeno provocado por el hombre”, indicó.
Esta última contribuye a que una onda sea más incómoda, de poco bienestar. La primera, que se presenta preferentemente en invierno, es producto de la actividad humana, y de la forma en cómo hemos deteriorado el ambiente, por las construcciones sin áreas verdes ni cuerpos de agua.
La climatóloga universitaria subrayó que las ondas suscitadas en los últimos 10 años se han intensificado en frecuencia. “En la noche, el calor acumulado por las edificaciones a lo largo del día no se disipa completamente, y los interiores no alcanzan a enfriarse lo suficiente. Al día siguiente, la mañana continúa calurosa en el momento que el Sol sale de nuevo; en consecuencia, los habitantes no pueden refrescarse ni descansar por la incomodidad”, concluyó.

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