La joven, que cumple 31 años el lunes próximo, es la tercera hija del rey Carlos Gustavo y de la reina Silvia. La princesa Magdalena conoció a su novio en Nueva York, donde era voluntaria para la asociación caritativa World Childhood Foundation, fundada por su madre.
Los novios contraerán matrimonio el sábado por la tarde en la capilla del Palacio Real, y luego partirán en una carroza para recorrer las calles adyacentes.
El cortejo solamente tendrá una longitud de 350 metros, mucho menos que el de Victoria y Daniel, y recorrerá principalmente la ciudad medieval de Gamla Stan.
"No se parecerá en nada a la boda de Victoria. Ante todo porque Magdalena no es sucesora al trono", explica Roger Lundgren, redactor jefe del Kungliga Magasinet, una revista sobre la familia real.
"Luego, porque es una boda privada: el rey paga con su propio dinero".
La capital sueca, con su maraña de islas y de puentes, es un marco apreciado por amantes de imágenes de cuentos de hadas. Veintiún cañonazos celebrarán la unión.
Aunque la boda no llene primeras páginas de la prensa internacional "se notará al menos que hubo una boda real en Estocolmo", bromea Lundgren.
La familia Bernadotte espera a unos 600 invitados, entre ellos la princesa Charlène de Mónaco (sin Alberto II, retenido por otras obligaciones) y los príncipes herederos Fredrik de Dinamarca y Haakon de Noruega. La familia imperial japonesa estará representada por la princesa Takamado, y la familia real británica por el hijo de la reina, el príncipe Eduardo, conde de Wessex.
Magdalena suscita menos afecto entre los ciudadanos que Victoria, de quien los suecos admiran la manera, llena de gracia y humildad, con que desempeña el rol de princesa heredera.
Hace unos 10 años, los tabloides llamaban a Magdalena "la princesa juerguista", tras haber sido fotografiada en discotecas de moda en Estocolmo.
Esta boda debe mejorar la imagen de una princesa que llegó a inquietar a los más fervientes monárquicos. Catarina Hurtig, periodista y autora especialista de la familia real, se acuerda que los lectores la llamaban para que sugiriera al rey que debía corregir a Magdalena.
Magdalena debía inicialmente casarse en 2010 con un abogado que se habría convertido en príncipe, pero el noviazgo se rompió, según la prensa sueca debido a supuestas infidelidades del novio.
Desde entonces, algunas controversias han rodeado a Magdalena, como sus gastos en compras, hasta tal punto que el palacio real tuvo que desmentir que el dinero viniera de los contribuyentes.
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