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viernes, 8 de marzo de 2013

Tras ganar poder, los inmigrantes en EEUU intentan intimidar menos que en 2006

LOS ÁNGELES (AFP)

Seis años después de las multitudinarias marchas de inmigrantes que expusieron ante los estadounidenses el tamaño de la población de indocumentados, la campaña por una reforma migratoria usa su recién adquirido poder con una estrategia menos intimidante, según algunos expertos.

En 2006, un proyecto de ley que pretendía criminalizar a los indocumentados y a quienes los ayudaran, desató enormes manifestaciones proinmigrantes en todo el país -la mayor de ellas en Los Ángeles, con 500.000 personas-, que dieron visibilidad a los entonces 12 millones de 'sin papeles' en Estados Unidos.

"Eso asustó a la gente", dijo a la AFP Louis DeSipio, profesor de ciencias políticas y estudios chicanos en la Universidad de California en Irvine. Por eso, ahora "los líderes están siendo cautelosos en su construcción de un movimiento nacional de protestas. Temen la reacción negativa de los nativos".

Aquel proyecto de ley (HR4437) no prosperó, pero tampoco un plan de reforma migratoria impulsado por el entonces presidente George W. Bush.

Ahora, cuando miembros del Congreso están trabajando en un nuevo proyecto para una reforma migratoria que abra la vía de la ciudadanía, con el apoyo del presidente Barack Obama, la campaña de los inmigrantes es más discreta.

Los inmigrantes, además, están usando un recién adquirido poder: las elecciones de noviembre del año pasado, en las que el 71% de los hispanos votó por Obama y en contra de lo que percibían como la retórica antiinmigrante de los republicanos, demostró el peso político del 16% de la población.

"En 2012, nuestra comunidad salió a votar en números mucho más grandes que cualquiera se podía imaginar y eso marcó los cambios, de ahí sale la pauta", dijo a la AFP Ben Monterroso, uno de los líderes de la campaña por la reforma, cuando se le preguntó cuál es su nueva estrategia.

"En 2006, luchamos para hacernos respetar (...). Ahora estamos en una posición diferente, nuestra comunidad está en una posición de poder", añadió Monterroso, del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU), una de las organizaciones que lideran la campaña. "Por primera vez, el Partido Republicano reconoció que todo camino hacia la Casa Blanca tiene que pasar por el barrio de nuestra comunidad", explicó el líder sindical guatemalteco. En otras palabras: "Que no nos la canten, sino que nos la bailen", resumió.

Seis años después de las multitudinarias marchas de inmigrantes que expusieron ante los estadounidenses el tamaño de la población de indocumentados, la campaña por una reforma migratoria usa su recién adquirido poder con una estrategia menos intimidante, según algunos expertos.

La estrategia en las últimas semanas ha consistido en giras en autobús que recorren 19 estados del país, con cerca de 500 inmigrantes en total, para hablar directamente con los representantes locales sobre casos específicos.

Esta protesta en particular, llamada 'Familias unidas ahora', confluirá el 13 de marzo en Washington, "donde 150 familias, en representación de 1.500 inmigrantes que son deportados diariamente, se reunirán con senadores y representantes", detalló la Coalición de Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA).

"Estamos comenzando por las buenas", dijo a la AFP el portavoz de CHIRLA, Jorge Mario Cabrera, cuando arrancó el lunes la caravana californiana desde la oficina de la senadora demócrata Dianne Feinstein en Los Ángeles.

Además de las caravanas, Monterroso enumeró otras acciones de bajo perfil ante la opinión pública -pero efectivas ante los políticos- como foros, masivas llamadas telefónicas al Congreso y mítines frente los ayuntamientos.

De paso, en estos encuentros, los hispanos les están recordando personalmente a los políticos, que se enfrentarán a elecciones legislativas de medio mandato en 2014, una máxima muy simple: "Hoy por ti y mañana por mí", dijo Monterroso.

"Los líderes de la campaña", estimó el profesor DeSipio, "están siendo sabios en su estrategia enfocada a establecer contactos selectivamente, llamando o visitando las oficinas de los congresistas y organizando marchas pequeñas en Washington, en lugar de intentar construir un movimiento nacional".

Una de las razones es que, según el profesor, como aún no existe una ley específica, "se corre el riesgo de que, no teniendo algo tangible sobre la mesa, menos gente acuda a las manifestaciones y esto sea usado en su contra".

La otra razón sería el ya citado temor a "asustar" a la opinión pública estadounidense con su inmenso número, recordó DeSipio.

En este sentido también opinó Angela Kelley, vicepresidenta de políticas migratorias del centro de estudios Center for American Progress: "No es que las marchas hayan dejado de ser una herramienta, pero sí pienso que (el movimiento) se ha vuelto más sofisticado". "Ya no es el constante redoblar de una gran marcha. Es más bien como una gran orquesta donde muchas personas tocan distintos instrumentos", dijo la especialista al diario Arizona Central.

Actualmente, se estima que hay 11 millones de indocumentados en Estados Unidos, la mayoría latinoamericanos.

Varios centenares de electores hispanos se trasladaron hasta las oficinas de sus legisladores en Washington para apremiarles a sacar adelante una reforma migratoria en 2013 que incluya, "imperativamente", un camino hacia la ciudadanía.

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